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Dos problemas frente a la inseguridad son la corrupción y la ideologización

Qué significa ser consultor en Seguridad

Por Eduardo Ovalles


 

En oportunidad de participar en un programa televisivo, señalamos que luego de escuchar los comentarios del público asistente, claramente se desprende que a la gente no le interesa el diagnóstico, ni que le describan la situación; por ejemplo cómo se incrementó el delito o por qué tenemos mayor violencia, o por qué el deterioro fue instalando la cuestión en las preocupaciones de la ciudadanía lo que generó que luego se incorpore a la agenda política.

La gente, lo que quiere es escuchar cuál es la solución a sus problemas concretos, lo cual es lógico.

Pero lamentablemente, la cuestión es mucho mas compleja. No pasa solamente por una propuesta de seguridad concreta, ni por aumentar penas o excarcelar procesados para descomprimir los establecimientos penitenciarios, o una mayor presencia policial, por poner algunos ejemplos muy elementales.

Es que pese a que los sondeos de opinión de todas las consultoras señalan que los dos principales problemas actualmente son desocupación e inseguridad, en realidad no es tan así. Probablemente lo sean para el pulso cotidiano de la gente, pero en el fondo las cuestiones son otras.

Puede ser que inseguridad y desempleo sean las cuestiones que más le tocan a la gente en lo inmediato, en lo concreto, en su realidad cotidiana. Pero los problemas de fondo son otros, los que quizás sean causa eficiente del deterioro de la situación.

Señalamos dos problemas: la corrupción y la ideologización frente a la inseguridad, siendo el primero probablemente el más preocupante.

La corrupción, que está instalada en todos los niveles de la sociedad, y en mayor o menor medida en las instituciones. Quizás olvidamos que tenemos un problema de corrupción de hace muchos años, y que el mismo no ha sido resuelto sino que parecería agravarse, al menos ello se desprende de los principales estudios internacionales al respecto.

A nivel mundial, de acuerdo Transparency International -la ONG más reconocida en el ámbito mundial por su actividad para combatir la corrupción- el último estudio sobre la percepción de la corrupción en el mundo, muestra que la Argentina es considerado entre los países con mayor nivel. 

 

La última medición tomada en el segundo semestre del año pasado mostró que Argentina aparece en el grupo de países que no llegan a los tres puntos sobre diez, en consecuencia está "aplazado" si consieramos que el mejor puntaje es el 10 y el peor 1. El país está en el puesto 109, con sólo 2,5 puntos, calificación que comparte con Libia y Palestina.

En el marco regional, según el último estudio de Latinobarómetro –empresa que mide anualmente la percepción de la opinión pública en 18 países de América Latina-, hay dos preguntas que nos dan una pauta sobre cómo estamos ubicados en materia de corrupción.

 
Mientras la posibilidad de sobornar a un juez en el promedio regional de todos los países es del 35%, en nuestro país dicha percepción se ubica en el 46%, es decir 11 puntos más que en el contexto de América Latina.

 
En cuanto a la posibilidad de sobornar a alguien de un ministerio, el mismo estudio muestra que la misma es del 37% en el conjunto de países, al tiempo que en la Argentina es del 50%, 13 puntos más que en el promedio regional.

Finalmente, el último informe de opinión pública de CIMA (Consorcio Iberoamericano de Investigaciones de Mercado y Asesoramiento), realizado sobre los países de iberoamérica, nos da una pauta sobre el manejo presidencial respecto a la cuestión. Frente a si es bueno o muy bueno el manejo del Poder Ejecutivo argentino respecto a la corrupción, sólo el 23% lo calificó de esta manera, frente al 84% de Uruguay.

 

 

La ideologización frente a la inseguridad

 

Respecto a la ideologización frente a la inseguridad, el aumento sostenido de la delincuencia, la violencia, el incremento en la percepción de inseguridad, el mal funcionamiento del Sistema de Seguridad y Justicia, junto al hecho de que no hay una clara orientación política, ha ido reactualizando el debate entre posturas extremas: el mal denominado garantismo y la mano dura.

El garantismo sostiene que sin remover las causas que generan el delito resulta inútil sancionarlo, ya que se seguirá reproduciendo, por eso se centra más en la prevención. 

 

La mano dura, argumenta que la sensación de impunidad que tiene el delincuente al no ser sancionado multiplica el delito al no tener pena, por eso se centra más en la represión.

El problema es que son posturas extremas, antagónicas, irreconciliables, lo cual impide siquiera generar un ámbito de discusión para poder arribar a un consenso en materia de seguridad. Esto ideologiza la discusión de los problemas concretos a resolver, donde el ejemplo más claro es el debate sobre la edad de imputabilidad penal.

Unos están de acuerdo en bajarla y en cambio otros no. Parecería que éste fuera el problema, y en realidad no lo es así.

Es que el problema concreto es la "creciente presencia" de menores en el mundo de la delincuencia y en hechos que revisten gravedad, en momentos que en la región –en Centro-América- la delincuencia juvenil –las maras- están llevando a los gobiernos a replantear sus políticas de seguridad.

Si realmente nos preocupan esos chicos -el futuro de la sociedad- y queremos darles una posibilidad de reeducación y en consecuencia reinsertarlos en la sociedad, debemos sentarnos a debatir para encontrar una solución.
Pero es claro que el estado debe contemplar acciones frente a la participación de menores en hechos de gravedad y que pongan en riesgo la vida de los ciudadanos.

 
Habría que pensar si no hacerlo, en definitiva no termina desprotegiendo aún más a quienes a temprana edad se tientan en el mundo del delito.

Es así que tanto la corrupción como la ideologización frente a la inseguridad, son los dos grandes desafíos que debemos afrontar.

Combatir la corrupción, porque si no la erradicamos no vamos a poder avanzar en el necesario proceso de reformas para que las instituciones comprometidas en la lucha contra la delincuencia, tengan la suficiente transparencia y eficiencia en la lucha contra el crimen.

Terminar con la discusión ideológica, entre las posturas extremas, que nos impiden abordar las soluciones para los problemas concretos que la gente reclama, donde el debate sobre la edad de imputabilidad es un claro ejemplo al respecto, en un contexto donde hay una mayor participación de menores de hechos de gravedad en el país y en Centro-América preocupa el fenómeno de las maras.
  

 

 

Eduardo Ovalles es especialista argentino en Seguridad.

 

 

 

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