Matan con el auto y no sienten
culpa
Automovilistas que causaron muertes o lesiones graves no se
sienten culpables
Por Tesy De
Biase
Las fallas humanas causan el 90% de los accidentes de tránsito, de las
que resultan unas 22 muertes evitables por día en la Argentina, unas
8000 anuales. Designar a los responsables de estos hechos es patrimonio
de la Justicia, pero asumir estas responsabilidades excede el terreno
legal.
Investigadores de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional
de Mar del Plata hallaron que, en general, los autores de accidentes
automovilísticos que desembocaron en muertes o lesiones graves no se
perciben a sí mismos como culpables. Y no terminan de asumir su
responsabilidad, aun luego de haber recibido la correspondiente condena
judicial.
En equipo con la fiscalía de Mar del Plata, las licenciadas Alicia
Zanghellini, Eugenia La Rocca y Erica Del Buono coordinaron en 2009
grupos de reflexión con 30 personas de 18 a 65 años procesadas y
sentenciadas por haber lesionado o matado a otros en un accidente de
tránsito.
Las conclusiones del trabajo, presentadas en el reciente Congreso
Marplatense de Psicología, producen escalofríos. El primer dato que
sorprendió a las psicólogas fue el relato "desafectivizado" de los
participantes.
El atropello y muerte de un semejante -con el agravante de haberlo
provocado- no les despertaban una respuesta afectiva: ni culpa ni dolor.
Apenas la molestia por los inconvenientes que el proceso judicial les
estaba ocasionando.
"Esta sugestiva anestesia emocional evidencia la degradación del otro
como similar, como semejante. Implica un no reconocimiento del otro, que
recién se hace presente cuando se impone con su cuerpo golpeado en el
parabrisas y aparece como un objeto molesto. No hay conexión con la
muerte del otro", comenta Eugenia La Rocca.
Si el otro no existe o es apenas un objeto que dificulta la circulación,
no es de extrañar que su destrucción no genere culpa.
La vida de los demás
Pero, sugestivamente, la actitud cambia frente a la sanción, que se
inicia con el registro de las huellas digitales en la comisaría. Los
primeros encuentros se desarrollaron en torno a la dificultad para poder
implicarse en tanto responsables del hecho por el que fueron imputados.
Los participantes mostraron impotencia y sensación de injusticia por
haber sido procesados cuando ellos no se consideraban los responsables
del accidente.
El grupo manifestó sentir mucha frustración debido a las fallas de la
ley, en el proceso de sus causas, ineficiencia en las personas
involucradas tanto en los peritos como en las personas que declararon
como testigos, y junto a esto el haber sido tratados como criminales en
el momento de dejar las huellas digitales en la comisaría.
"El daño moral no te lo saca nadie", "nadie respeta nada", o "nadie
tiene en cuenta la vida de los demás" fueron algunas de las frases
escuchadas en el grupo. Pero cuando llegó el momento de iniciar los
trámites legales a través del reconocimiento de su identidad a través de
las huellas digitales, los participantes se manifestaron afectados
porque sintieron que eran considerados "delincuentes o asesinos".
"No hay reconocimiento entre lo correcto y lo incorrecto hasta que no
hay sanción. Hasta entonces toda forma de autoridad es vivida como
autoritarismo", concluye Alicia Zanghellini.
Pero este extrañamiento respecto de la ley no parece privativo de
quienes cometieron un delito de tránsito de consecuencias fatales. Basta
detenerse en cualquier esquina para observar que las transgresiones a
las normas de tránsito están particularmente generalizadas. No es
difícil encontrar conductores agresivos que actúan como si los peatones
fuesen sombras que se pueden atravesar.
De acuerdo con el equipo de investigadoras de la Universidad Nacional de
Mar del Plata, el fenómeno que aparece con tanta crudeza en el terreno
de la inseguridad vial no es ajeno a lo que está sucediendo en nuestra
cultura, que promueve el individualismo y no facilita, justamente, el
encuentro solidario entre las personas.
En su trabajo describen la falta de credibilidad generalizada en la
Justicia, el descrédito o desautorización de las figuras representativas
del poder, el vaciamiento de sentido del proceso judicial y del sentido
de la pena y un extrañamiento respecto de los derechos, deberes y
responsabilidades.
Aparece diluido o distorsionado el concepto de responsabilidad
individual, hecho que no es difícil comprobar en diferentes escenas de
la vida cotidiana.
"En tanto se responsabiliza a los representantes del gobierno y la
Justicia, se des - responsabilizan los sujetos como ciudadanos. Queda la
idea de que siempre la solución debe venir desde arriba, pero lo
importante es recuperar el sentido de justicia y de solidaridad con los
otros como semejantes, asumiendo que existen una responsabilidad
individual y una colectiva", concluyo Zanghellini.
Claves
Participantes: El estudio se
realizó a partir de un grupo de reflexión del que participaron 30
personas, de 18 a 65 años, sentenciadas por haber lesionado o matado a
otros en accidentes de tránsito.
Sin respuesta afectiva: La muerte de la persona a la que habían
atropellado no les generaba ningún tipo de respuesta afectiva, sea ésta
dolor o culpa.
Victimización: Los participantes del estudio expresaron una
sensación de injusticia por haber sido procesados por haber causado
accidentes de los cuales ellos no se sentían culpables. Manifestaron
además frustración por los inconvenientes que les generaba el proceso
judicial.
Tomado
de www.lanacion.com.ar . Gracias!
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