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Breve historia de la balística forense

No hay dos armas que dejen idénticas marcas en la munición empleada

Por Carlos Alberto Guzmán
 

 

 

La historia de la balística forense

 

Cuando hoy en día surge una investigación relacionada con la utilización de armas de fuego todos sabemos, de alguna manera, que no hay dos armas que dejen idénticas marcas en la munición empleada, y que, mediante el estudio de las huellas dejadas en el proyectil cuando éste se desliza por el ánima del cañón, o las producidas en la vaina, por la rampa de alimentación, las paredes de la recámara, espaldón, aguja percutora, extractor y expulsor, se puede llegar a deducir el arma que realizó el disparo.

Esto que a nosotros nos parece una perogrullada, fue para nuestros antecesores un largo camino a recorrer hasta dar con los procedimientos técnicos que permitieran afirmar con rigor científico qué arma fue la empleada en realizar los disparos.

A continuación dejaremos un poco de lado las cuestiones técnicas de la “balística forense”, para centrarnos preferentemente en la historia de su nacimiento.

El primer intento con éxito del que se tiene constancia, enl descubrirse al autor de un crimen realizado con un arma de fuego, data de comienzos del siglo XIX.

Corría el año 1835, y en la ciudad de Londres no había cuerpo de policía, tan solo un pequeño grupo de “ayudantes” reclutados por Henry Fielding -juez de paz de Westminster-, a los que se les conocía como los Bow Street Runners, que se dedicaban a investigar los crímenes utilizando métodos poco ortodoxos, e incluso alguna vez que otra no muy legales.

Henry Goddard, uno de estos “peculiares investigadores”, al observar un proyectil extraído del cuerpo de una víctima de un asesinato, se percató de la existencia de una llamativa protuberancia o abultamiento en la misma.

Dado que por aquélla época las armas de fuego eran de avancarga y los tiradores habitualmente hacían mediante un molde o turquesa sus propias balas, nuestro avezado investigador pensó que si encontraba el molde encontraría al asesino.

Con ésta idea, Goddard se lanzó a registrar las casas de los sospechosos, y cuando procedía al registro de la vivienda de uno de ellos, al examinar el molde con el que fabricaba las balas de plomo el morador de la misma, pudo observar que en el interior de la turquesa había una pequeña hendidura.

Procedió a fabricar un proyectil y al compararlo con el que se había extraído del cuerpo de la víctima pudo ver que los abultamientos de ambas eran idénticos.

Esto, y se supone que un poco de “presión”, hizo que el asesino confesara su crimen.

En este primer caso, podemos decir que el rigor científico brilló por su ausencia, sólo la suerte y la intuición se aliaron para llegar al acierto policial que convertiría a Goddard -sin que tuviera conciencia de ello- en el precursor de lo que llegaría a ser un nuevo método para la investigación de los crímenes cometidos con armas de fuego.

Dejaremos pasar el tiempo y algunos casos resueltos con mayor o menor rigor científico, hasta situarnos en la Alemania de 1898.
Un médico forense berlinés, el Dr. Paul Jeserich, asistía en calidad de experto al tribunal de la ciudad alemana de Neuruppin en un caso de homicidio. 

 
Durante el proceso le mostraron a Jeserich un proyectil extraído del cuerpo de la víctima, y el revólver propiedad del acusado. Este doctor era partidario de la teoría que afirmaba que el proyectil al recorrer el ánima del cañón y rozar con las estrías de éste a gran presión, sufría una serie de marcas y por lo tanto si se realizaba otro disparo con el arma del criminal, el deslizamiento por el ánima del cañón produciría huellas en el proyectil iguales a las que tenía la extraída del cuerpo de la víctima, siempre y cuando el arma empleada fuera la misma.

Con esta idea realizó un disparo de prueba, fotografió las dos balas, amplió las fotos y sorpresa, se dio cuenta de que las marcas dejadas por las estrías y los campos del ánima del cañón en el “proyectil testigo”, eran idénticas a las que tenía el “dubitado”.

Comienza el siglo XX, y poco a poco otros investigadores fueron creando nuevos métodos de investigación, que irían dando a conocer en sus asesoramientos a los tribunales de justicia. Uno de ellos, Richard Kockel, que siendo director del instituto forense de la ciudad de Leipzig, efectuó las primeras pruebas del “desarrollo” del cuerpo del proyectil, realizando negativos del mismo en láminas de cera y óxido de cinc.

Al profesor Balthazard le llamó la atención que en el culote de la vaina existieran una serie de marcas y que éstas eran producidas al incidir sobre él la aguja percutora en el momento del disparo. De igual manera observó que el espaldón también producía una serie de marcas en el culote del cartucho (vaina servida), e incluso lo hacían el extractor y el expulsor. Balthazard había descubierto un camino muy importante, pero a causa del comienzo de la I Guerra Mundial estas investigaciones fueron abandonadas.

Llegado el año 1917 entra en escena uno de los grandes pioneros de la balística forense: Charles E. Waite. Su historia se mezcla con la balística, cuando como funcionario del ministerio público del estado de NuevaYork, asistió como ayudante del Presidente de la Comisión de Investigación nombrada por el Gobernador del Estado, encargada de revisar la no muy fiable sentencia dictada por un tribunal del condado de Orleans en el proceso que investigó y juzgó el caso del doble asesinato cometido en la noche del 21 de marzo de 1.915 en una granja del pequeño pueblo de West-Shelby, donde su propietario Charles B. Phelps y su ama de llaves Margarett Walcott fueron asesinados a tiros con un arma del calibre .22.

Dos trabajadores de la granja, Charles E. Stillow y su cuñado Neldon Green, fueron acusados y condenados en un proceso que estuvo repleto de irregularidades.
Del cuerpo de Charles B. Phelps se extrajeron tres proyectiles del calibre 22, y a Stillow, se le requisó un revolver del mismo calibre. El fiscal del caso contrató a Albert Hamilton, uno de los abundantes y poco fiables “expertos” en balística que pululaban en aquélla época alrededor de los tribunales de justicia de los EE.UU, ofreciendo sus servicios para asesorar como “técnicos en balística”, y que en la mayoría de los casos siempre se inclinaban a dar la razón a la parte que los contrataba.

Hamilton, tras inspeccionar el revólver de Stillow y observar mediante un microscopio los tres proyectiles extraídos del cadáver, realizó un dictamen demoledor para los acusados. Dijo que junto a la boca del cañón del revolver había una muesca, y ésta misma muesca aparecía marcada en las balas, lo que le sirvió para decir que: “los proyectiles asesinos sólo pudieron ser disparados por el revolver del acusado”.

Gracias a este dictamen tan demoledor como falso, los acusados fueron condenados a la silla eléctrica.

Al proceder a la revisión del caso, la Comisión que había nombrado el gobernador Whitmann, no fiándose del dictamen de Hamilton, mandó efectuar varios disparos de prueba para obtener proyectiles testigo, que posteriormente fueron mandadas junto con las dubitadas, a la compañía óptica Bausch & Lomb, con el encargo de buscar las muescas que Hamilton dijo haber encontrado.

Mediante un estudio con los aparatos ópticos mas precisos de que se disponía, intentaron localizar las muescas, no siendo capaces de dar con ellas ni en los proyectiles extraídos del cadáver ni en las que se obtuvieron en los disparos de prueba realizados. Sin embargo, se efectuó un importante descubrimiento. Tanto las balas del crimen, como las de prueba tenían cinco estrías, pero con una gran diferencia: las estrías del arma de Stillow eran normales y regulares, y así se podía apreciar en las balas obtenidas al efectuar los disparos de prueba, pero en las balas dubitadas había quedado marcado un campo intermedio de una anchura anormal. El arma utilizada para cometer el crimen tenía un defecto de fabricación que no tenía el arma propiedad de Stillow.

Stillow fue declarado inocente, pero había pasado tres años en prisión y a punto de morir en la silla eléctrica a causa de un falso informe de un no menos falso especialista en balística.

Charle E. Waite, quedó muy impresionado a causa de lo ocurrido, y se prometió a sí mismo que intentaría dar con un sistema fiable y capaz de identificar el arma utilizada en un crimen, mediante el estudio del cartucho empleado.

Con esta idea en mente se lanzó a visitar las fábricas de armas más importantes de los EE.UU y a continuación las europeas, solicitando los datos exactos de las características de las armas que fabricaban. A finales de 1923, después de cuatro años de viajes e intenso trabajo realizó un gran descubrimiento: ¡No había ni un solo modelo que fuera exactamente igual a otro! Había diferencias en los calibres, en el número y orientación de las estrías, de manera que estas podían estar orientadas a izquierda o a derecha, y sus ángulos de torsión podían ser distintos.

Waite con todos estos datos de fabricación realizó una especie de altas o catálogo técnico de la mayoría de las armas existentes en aquella época, recogiendo los “caracteres de clase” que definen a todas las armas que son de un mismo tipo, marca y modelo, pudiendo llegar a determinar mediante la observación y posterior consulta de las marcas producidas por estampación en la vaina, o por deslizamiento en la bala, qué modelo de arma había sido empleado en un crimen, llegando a diferenciar si el cartucho empleado procedía de un revólver Colt Army Mod. 1873 ó de un Smith Wesson del Ejército.

Pero estos resultados aparentemente satisfactorios sólo solucionaban una parte del problema, puesto que no era factible diferenciar un Colt Army Mod. 1873 de otro Colt Army Mod. 1873.

Hacía falta encontrar unos “caracteres individualizantes” que permitieran distinguir dos armas del mismo tipo, marca y modelo.

La solución a este nuevo problema la encontró observando el proceso de fabricación del cañón de una pistola.
El cañón es fabricado y pulido en un bloque cilíndrico de acero, al que mediante una cortadora automática de acero se procede a labrar en él las estrías. Aunque en este proceso se utilizan máquinas de gran calidad y precisión, durante el mismo hay que interrumpir frecuentemente el trabajo para afilar las cuchillas de las máquinas. 
Si se observa al microscopio el filo de la cuchilla de una cortadora se verá que este no es recto, sino dentado. Por lo tanto, el orden y la medida del dentado es forzosamente distinto en cada filo, produciéndose cambios en el mismo cada vez que es afilado, que luego podrán ser observados en cada una de las estrías. 
Si a todo esto se le suma la acción abrasiva, causada por las virutas de acero que se producen en el proceso y que la cortadora empuja a lo largo del interior del cañón durante la fabricación del mismo, nos dará como resultado en cada arma unas características que no se repetirán jamás.

Si tenemos en cuenta que la bala al pasar por el ánima del cañón sufre dos tipos de marcas: las primeras causadas por las estrías del ánima, que en la bala se convertirán en campos, y las segundas causadas por los campos del ánima, que darán como resultado las estrías, podemos llegar a decir que la bala, después de recorrer el ánima del cañón, se convierte en el negativo de éste.

Aquí estaba la solución, ahora sólo era preciso encontrar éstas mismas diferencias en los proyectiles. Y esto sólo era posible con un buen microscopio.

Waite explicó su idea al óptico Max Poser y le pidió que le fabricara un microscopio para poder verificarla. El óptico le fabricó un microscopio dotado con un soporte que mantenía sujeta la bala, y con una escala de medición que permitía medir las huellas mas insignificantes que existieran en la misma.

A posteriori se le unieron el físico John H. Fisher y el químico y gran especialista en microfotografia Philipp O.Gravelle gracias a esta unión nació en Nueva York el primer instituto de balística forense del mundo (Bureau of Forensic Ballistics).

Fisher aportó a la investigación dos grandes inventos, con el primero de ellos desarrollado basándose en la idea del Citoscopio médico, construyó un aparato que servía para ver con todo detalle el interior del cañón de un arma de fuego. Nacía así el Helixómetro.

El segundo aporte fue un nuevo microscopio calibrador con una mayor precisión que el fabricado anteriormente por Poser. Permitía medir con muchísima más precisión los campos intermedios, las estrías, y la orientación de las mismas.

Con éste nuevo microscopio Gravelle pudo observar gran cantidad de proyectiles disparados por distintas armas de un mismo modelo. Pero no estaba del todo satisfecho, puesto que para comparar un proyectil con otro había que observarlos por separado, y ello suponía mayor imprecisión que examinándolos simultáneamente. Luego de pensar se le ocurrió la idea que daría a la balística uno de los fundamentos científicos más importantes.

Tomó dos de los microscopios calibradores y los unió mediante un dispositivo óptico gracias al cual se podían observar dos proyectiles juntos superponiéndolos en una sola imagen y lograr que ambas giraran de manera que se pudieran comprobar viendo las coincidencias y diferencias que hubiera en las mismas. El microscopio comparativo de Gravelle veía la luz.

Para estas fechas se unió al equipo de Waite un nuevo miembro, el doctor Calvin Goddard que al poco tiempo de manejar el microscopio comparativo podía distinguir si una bala dubitada y una testigo habían sido disparadas por la misma arma. Y eso no era todo. 

 

Goddard siguiendo el camino que había iniciado el profesor Balthazard, comenzó a observar el culote de las vainas disparadas encontrando que las lesiones producidas por las máquinas empleadas en la fabricación de la aguja percutora o del bloque de cierre del arma que había realizado el disparo, coincidían con las lesiones que aparecían en el culote de la vaina empleada.

Desde 1925, en que Gravelle inventó el microscopio comparativo, hubo que esperar a la primavera de 1927, cuando en el proceso Sacco-Vanzetti, Calvin Godardd lo dió a conocer realizando con él un dictamen modelo en la historia de la Balística Forense.


Tomado del blog del Lic. Carlos Alberto Guzmán, http://www.carlosguzman.com.ar . Gracias!

 

 

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