El sueño perdido no
se recupera
Dormir poco hace las reacciones hasta diez veces más
lentas
Por
Fabiola Czubaj
Una buena noche de sueño el fin de semana no ayudará a recuperar las
horas de descanso perdidas en la semana. De hecho, hacerlo causa una
falsa sensación de bienestar matinal que, a medida que pasan las horas,
vuelve diez veces más lentas las reacciones. Eso aumenta el riesgo de
cometer errores o sufrir accidentes.
"Puede enmascarar los efectos de la pérdida crónica de sueño -confirmó
ayer a LA NACION la doctora Elizabeth Klerman, de la Universidad de
Harvard-. Por ahora, no existe nada que reemplace el sueño, de modo que
la única recomendación sería dormir un poco más."
Pero no todos pueden hacerlo. Las personas con trabajos por turnos
rotativos, como las enfermeras, los médicos, los policías y los
choferes,
o las que tienen dos trabajos y hasta quienes padecen de algún trastorno
del sueño (como uno de cada cuatro argentinos) no siempre pueden cumplir
con las 8 horas de descanso nocturno recomendadas.
Además, dormir poco puede causar aumento del peso, enfermedad
cardiovascular o debilitamiento del sistema inmune. Ahora, un estudio
publicado ayer en la revista Science Translational Medicine, suma a esa
lista la alteración de por lo menos dos mecanismos biológicos
reguladores en el cerebro. Uno registra las horas que pasamos despiertos
y, el otro acumula los días o las semanas que dormimos poco (menos de 7
horas).
"Las personas que pierden horas de sueño de manera crónica
desarrollan una falsa sensación de haberse recuperado después de dormir
más horas, por ejemplo, una o dos noches el fin de semana. Eso se debe a
una recuperación del nivel normal del rendimiento por pocas horas al
levantarse. Sin embargo, siguen teniendo la deuda de sueño, que se
evidencia a medida que su rendimiento disminuye con las horas",
señaló Klerman, coautora del estudio y directora de la Unidad de
Modelado Analítico de la División de Medicina del Sueño del Brigham and
Women´s Hospital, de Harvard.
Durante 38 días, el equipo dirigido por el neurólogo Daniel Cohen indagó
cómo la pérdida de sueño aguda (no dormir durante 24 horas) y crónica
(dormir entre 4 y 7 horas por día) afecta el rendimiento y los reflejos.
Nueve voluntarios sanos, de entre 21 y 34 años, aceptaron pasar por
varios ciclos de sueño-vigilia. Veintiún días durmieron apenas 5 horas
diarias; los alternaron con noches de 10 horas de descanso. Cada 4
horas, les midieron el nivel de alerta y atención.
Según los autores, una cura de sueño bastó para recuperarse de una
jornada sin dormir, no así de la deuda de sueño de varios días y de
lenta acumulación. Es más, el rendimiento disminuía aún más rápido por
cada hora que los participantes pasaban despiertos y el tiempo de
respuesta llegó a ser tan lento como cuando se tiene 1 g/l de alcohol en
sangre, que es el doble de lo permitido aquí para manejar un automóvil
particular.
El estudio probó también la importancia de los ritmos circadianos en los
tiempos de reacción. "El ritmo de casi 24 horas (circadiano) de nuestro
reloj interno genera el estado de máxima alerta hacia el final de la
tarde, lo que impide quedarnos dormidos con cada hora que pasamos
despiertos y nos permite estar relativamente alertas durante 16 horas de
un día normal", explicó por e-mail el doctor Cohen, investigador de la
División de Medicina del Sueño del hospital de Harvard.
Ese mismo ritmo induce el sueño a la noche y las primeras horas del día,
"lo que impide que nos despertemos temprano tras dormir unas horas y
amplía nuestra capacidad de dormir 8 horas por noche -agregó-. Cuando el
ritmo no está bien «cronometrado», como ocurre con el jet lag , es más
difícil mantenerse despierto 16 horas seguidas y dormir 8 horas".
Para la doctora Mirta Averbuch, jefa de la Unidad de Medicina del Sueño
del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro y directora del
Instituto Somnos, el estudio "pone en evidencia que,
aunque podemos funcionar bien por unas horas, la
somnolencia aparecerá en horas poco habituales por las graves
alteraciones en los ritmos circadianos. Y, con ella, los errores".
Hoy, agregó, la falta crónica de sueño es
"un problema endémico en los países industrializados; hay que educar
sobre sus consecuencias tanto a los trabajadores como a los responsables
de las agendas laborales".
Los trabajadores
fatigados y con disminución del nivel de alerta, dijo, cometen errores,
trabajan más lento, prestan menos atención y tienen menos reflejos.
NR: Hemos incluido este artículo
en nuestro sitio Web como un llamado de atención, ya que hay muchísimos
trabajadores de Seguridad, tanto pública como privada (policías, guardias de
seguridad, custodios y otros), a quienes su trabajo los lleva
a la falta crónica de sueño...
y ese cansancio crónico,
retardo en la percepción, pérdida de reflejos, etcétera, ya nos ha
costado muchas vidas!
.
Fabiola Czubaj es periodista del diario La Nación,
de cuyo sitio web
www.lanacion.com.ar tomamos este artículo. Gracias!