Así vale la pena estar
preso
¿Usted está pensando en dedicarse al delito? ¡Hágalo en Mónaco!
Mónaco es una pequeña ciudad-estado situada en la costa
mediterránea, al sudeste de Francia, cuya principal industria es el
turismo y donde todo es lujo y ostentación.. hasta en la cárcel.
La cárcel de Mónaco se localiza en un palacio histórico que data de
1709, en pleno corazón de la ciudad y con una impresionante vista al
mar Mediterráneo. Este palacio, impecablemente mantenido, tiene una
superficie de 4500 metros cuadrados y cuarenta celdas, en las cuales
los "sufridos" prisioneros cuentan con todas las
comodidades.
Su primera característica distintiva es que los prisioneros pueden
elegir la celda en la que permanecerán durante la estadía. Quien
gusta de la privacidad puede disfrutar de una celda individual con
radio, televisión por cable, mobiliario confortable y, por supuesto,
aire acondicionado. Si el prisionero desea compañía, en cambio,
puede compartir una celda doble, en la que cada uno dispone de no
menos de 30 metros cuadrados de superficie.
La administración de esta singular prisión se enorgullece de
mantener en ella un verdadero ambiente familiar. Su director, Charles
Marson, trabaja allí con su propia mujer, Andrée, que es la gerente
del lugar. Y su hijo, Renaud, es uno de los guardiacárceles.
A disposición de los 15 prisioneros hay un equipo de 23 personas
(incluyendo a cuatro chefs), que se esfuerzan para que los
prisioneros, a los que ellos prefieren considerar clientes, reciban
todo lo mejor. Por ejemplo, siguiendo las mejores tradiciones de la
Riviera francesa, la comida es uno de sus puntos más fuertes.
El desayuno incluye croissants, te, café, manteca y mermelada en
porciones individuales similares a las que se sirven en los aviones.
Las comidas principales, que siempre llegan a la temperatura adecuada,
pueden contar con frutos de mar y hasta champagne en ocasiones
especiales. Y si por casualidad el prisionero prefiere la comida
vegetariana, podrá contar con legumbres, frutas y verduras de la
mejor calidad compradas diariamente, y cocinadas con especial cuidado
por uno de los chefs del establecimiento.
¿Los señores prisioneros desean combatir el aburrimiento? Entonces
cuentan con una amplia biblioteca, un gimnasio ultramoderno con
equipamiento completo y otras comodidades. Los prisioneros cumplen
aquí con muy pocas obligaciones, como la de bañarse todos los días.
Y uno sólo recuerda que está en una cárcel y no en un spa de lujo
por la vigilacia física y electrónica del lugar. Ya sea por el
control cuidadoso o por las cómodas instalaciones, esta cárcel sólo
registra una fuga, en 1953.
Pero la mala noticia es que esta cárcel no es
para cualquiera. Los únicos que pueden cumplir condena allí son los
propios ciudadanos monegascos. Los ciudadanos de otros países, luego
de ser (rápidamente) condenados, son deportados a su país de origen
para cumplir allí sus penas de reclusión.
Como todo en Mónaco, hasta la prisión es un privilegio para pocos.
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